
EUTANASIA
Eutanasia
“No seas impío ni seas necio. ¿Por qué has de morir antes de tu tiempo?”.
(Eclesiastés 7, 17)
Vídeo de Marcos Gómez Paliativos
El término “eutanasia” proviene del griego (bien morir) y habitualmente se utiliza la palabra para referirse al método con el que se provoca la muerte sin sufrimiento físico y por lo tanto se impide la muerte natural. La verdad es que muchos de estos métodos distan mucho de no provocar sufrimiento físico en el ejecutado, pues la verdad es que se trata de una ejecución. Es un falso humanitarismo con el que se justifica esta aberración.
Es recomendable utilizar la fórmula de “Testamento vital” (aunque es un mandato y no un testamento), por si llega el momento en el que una persona no puede expresar su voluntad y ponerla así de manifiesto para evitar ensañamiento terapéutico, poder pasar los últimos momentos de la vida acompañado por familiares o amigos, o ponerse a bien con Dios.
No confundir este modelo con otros, como el de la Generalidad de Cataluña, que inciden en la Eutanasia, dejando la decisión de ejecutarla en la voluntad de dos médicos (o matarifes en este caso), liberándoles de toda responsabilidad civil y penal. Por cierto, un médico menos de los que exigía la ley de los nazis para llevarla a cabo.
En la tradición de la Iglesia Católica existe la obligación de preservar la vida. Santo Tomás de Aquino decía: “Semper, sed non pro Semper” (siempre, pero no en toda circunstancia), confirmándolo el Cardenal Juan de Lugo en su obra De justitia et jure con la afirmación de que no es obligado preservar la vida a toda costa cuando esa actuación no va a servir para nada.
En ausencia de un “testamento vital”, la eutanasia se puede aplicar por petición de o los representantes legales. Entre los eutanasiables estarían incluidos aquellos que la ley arbitrariamente, o los matarifes o representantes legales consideren inferiores según un baremo de “calidad de vida”.
La verdad sobre este tema es la siguiente: “La aplastante mayoría de los enfermos terminales no quieren acelerar su muerte y casi nunca se plantearían tal cosa si su sufrimiento fuese tratado adecuadamente”. Robert Hendin en su obra: Seducidos por la muerte. Médicos, pacientes y suicidio asistido. Con esta afirmación están de acuerdo todos los profesionales que llevan a cabo verdaderos cuidados paliativos.
Matizamos que los verdaderos cuidados paliativos no tienen nada que ver con las sedaciones eugenésicas generalizadas, que llevan mucho tiempo aplicándose en muchos hospitales. Estas sedaciones a base de morfina y de midazolam u otros derivados, provocan la muerte y no son cuidados paliativos, sino asesinatos. No es lo mismo matar (asesinato) que dejar morir a una persona suprimiendo los métodos artificiales para evitar el encarnizamiento terapéutico o administrándole calmantes para aliviar su sufrimiento, a sabiendas de que pueden acelerar la inevitable y próxima muerte.
Por la experiencia de los médicos, un paciente en cuidados paliativos sobrevive unos 12 o 14 días de media, mientras que un paciente aguanta 24 o 48 horas máximo cuando le ponen una bomba de sedación (en ocasiones mucho menos) y que normalmente se combina con la privación de suero, hidratación y comida al enfermo, provocándole en muchos casos un fallo renal y luego uno multiorgánico. En los cuidados paliativos prevalece un acto volitivo de permitir la muerte, mientras que en la eutanasia y los falsos cuidados paliativos (sedación eugenésica) se impone un acto volitivo para ejecutar de inmediato una muerte.
Por ello hay que diferenciar:
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Suicidio Asistido: siempre existe la intención de acabar con la vida del enfermo. En muchas ocasiones, cuando falla el suicidio asistido, los matarifes o familiares intervienen más activamente (con bolsas de plástico o inyecciones letales).
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La Eutanasia: Se distingue falsamente entre activa y pasiva porque siempre es activa, bien sea porque se le suministra al enfermo una sustancia letal, o bien porque se le dejan de suministrar los cuidados necesarios para vivir.
Ambas son un delito según el artículo 143 del Código Penal español. Y para ejemplo de ello el caso del equipo del matarife Doctor Montes, conocido como “sendero luminoso”.
Antecedentes:
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Los cátaros o “puros”, que se basaban en las herejías del maniqueísmo (Dualizaron la naturaleza de Dios: todo lo bueno y todo lo malo al mismo tiempo).
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El darwinismo protonazi de Erns Haeckel.
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El gnosticismo nazi y la eutanasia voluntaria del SS iluminado Otto Wilhem Rhan (en su obra: La corte de Lucifer: Sabios, Paganos y Herejes). Buscó una alternativa a Cristo “limpia” de sangre judía. Realizaban ritos gnóstico cátaros y justificaron los “bautismos” eutanásicos llamados “Consolamentum”, eutanasia “voluntaria” para enfermos o ancianos. Este tipo de “eutanasia” la realizaban por orden expresa del doctor Friedrich Mennecke, director médico del Hospital Psiquiátrico del Eichberg a partir de 1938, que prohibía alimentar a los pacientes por sonda. Las consecuencias de la eutanasia nazi fueron doscientos setenta y cinco mil enfermos asesinados, ocho mil de ellos eran niños (ver obra de Alice Platen-Hallermund: Exterminio de enfermos mentales en la Alemania nazi).
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La legalización en Holanda y Bélgica en el año 2001 (los casos se han multiplicado exponencialmente y también las denuncias de asesinatos y mala praxis).
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La legalización en Luxemburgo en 2009.
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También se ha legalizado la eutanasia neonatal y para niños. El 30 de octubre de 2007 el ministro socialista Bernat Soria en desayunos de TVE dijo que suicidio asistido es un derecho. El 15 de septiembre de 2004, la ministra socialista Elena Salgado dijo en Holanda que el fin último es llegar a la eutanasia infantil (Fuente EFE). No queremos suponer que quieran legalizarlo para luego utilizarlos para el tráfico de órganos, ni aberraciones similares.
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Y la generalización mentirosa como supuestos “cuidados paliativos” que ya hemos explicado anteriormente. Un ejemplo evidente se ha llevado a cabo en el experimento social de confinamiento y crisis sanitaria del COVID 19.
La estrategia para imponer la Eutanasia:
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Se busca un caso lacrimógeno.
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Se le da toda la publicidad posible.
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Cuando todo el mundo conozca el caso, se transgrede la ley abiertamente.
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Se le da toda la publicidad a la transgresión.
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Se busca a un enemigo al que demonizar y ridiculizar.
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Se difunde la mentira de que la eutanasia en una “realidad social” que se debe regular.
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Se defiende una ley de carácter muy restrictivo (para que no haya abusos sobre el papel… la realidad será otra cosa).
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Una vez aprobada la ley cada vez se interpreta más laxamente hasta que su uso es generalizado.
Consecuencias:
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Se multiplican exponencialmente las muertes por eutanasia allá donde se legaliza.
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Lo más grave es que cada vez hay más casos de asesinatos camuflados de eutanasias ilegales o forzosas.
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Todos los expertos con experiencia en cuidados paliativos son absolutamente contrarios a su legalización.
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Si el Estado garantiza el derecho, nos manchará de sangre a todos los contribuyentes porque con nuestros impuestos financiará a un ejército de matarifes para aplicarla.
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Además, la perversión moral utilitarista pretende redefinir los dogmas hablando de muerte “digna” en lugar de asesinato, justificando las clínicas del final de la vida, eliminando el sentido del sufrimiento, la conciencia de pecado, poniendo al hombre como medida de todas las cosas, e incluso justificando la conveniencia de la reducción de población enferma, desvalida o anciana para reducir costes de atención sanitaria y pensiones. Esta perversión destruye la humanidad de nuestra sociedad generalizando la inmoralidad.