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LA LIBERTAD

La Libertad

"y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres"

(Juan 8, 32)

Todos somos dependientes unos de otros. Esta interdependencia nos ayuda a crecer como personas y hacernos verdaderamente libres, gracias a las instituciones sobre las que se sustenta nuestra sociedad: el matrimonio, la familia, la tradición y sobre el amor a la tierra y a la Fe de nuestros antepasados.​

"La religión ordena correctamente la jerarquía de los bienes de la persona. Por encima del gusto por las cosas,  el bienestar y la utilidad están los bienes morales que definen lo específico de la persona y la cúspide de todos ellos es el bien espiritual y trascendente... Para ello es necesario reconstruir nuestra casa desde la verdadera libertad que se enriquece con los bienes fundamentales de la persona: el respeto de la dignidad de toda vida humana desde su concepción a la muerte natural; la libertad para la educación integral de la persona sin ningún tipo de reduccionismo antropológico; recuperar la centralidad de la persona en el mundo del trabajo y la actividad humana; favorecer el deber y el derecho al trabajo, el reconocimiento de la familia como sujeto social y «sociedad soberana»; procurar el cuidado de los débiles, vulnerables y empobrecidos. Del mismo modo hay que promover el respeto exquisito de la libertad religiosa y de culto, cuidando esmeradamente los derechos y deberes de la conciencia moral, el ejercicio de la caridad política y la búsqueda del bien común. En definitiva, se trata de recuperar los grandes principios y criterios de la moral social o la llamada Doctrina Social de la Iglesia." (Monseñor Reig. Homilía Santa Misa por los fallecidos por la pandemia).

Para hacer un uso correcto de nuestra libertad, lo primero es aclarar conceptos. La libertad de maniobra o "el hacer lo que quiero" es la libertad más elemental y no es la única. Como personas tenemos una libertad más elevada, que es moral (por un bien mayor me sacrifico: estudios, familia, hijos, padres, abuelos, trabajo, Nación, etc.)... y otra más elevada aún, que es espiritual. El mejor ejemplo de esta libertad espiritual es el de Nuestro Señor en la Cruz. Y otro ejemplo fantástico es el de nuestra Santa Madre, que es la Mujer libre que Cristo nos entrega desde la Cruz como Madre. Ella es maestra y se llamó a sí misma "la esclava del Señor". La entrega del Mesías Redentor y de la Corredentora nos muestran el camino de la verdadera libertad, la más elevada de todas, la de el don de uno mismo o la entrega absoluta. Esta "esclavitud" al que es la suma Bondad, el sumo Bien, perfecta Justicia y Belleza, Dios Uno y Trino, trae como consecuencia la Resurrección y la Vida eterna. Solo así, aún afligidos por el sufrimiento y el dolor podemos tener esperanza y alegría, porque Él obra el milagro de transformar el agua en vino (el vino de la alegría) si guiados por nuestra Madre hacemos "todo lo que Él nos diga" (Juan 2, 5), porque es el Buen Pastor y guardián de nuestras almas.

Dios nos ha creado por Amor y nos ha hecho libres para elegir amarle a Él que es el sumo bien y nuestra felicidad eterna. Según Santo Tomás de Aquino es mejor hablar de "libertad para la excelencia", por se la capacidad de decidir correctamente y de actuar bien para un constante crecimiento en la virtud. La libertad es "el gran principio de organización de una vida vivida en una forma verdaderamente humana". Pero podemos revelarnos contra la Voluntad de Dios, nuestro Bien, haciendo mal uso del libre albedrío contra Él, contra los demás y contra nosotros mismos. Por eso es absolutamente contrario e incompatible con la libertad que nos ha dado Dios, el gobierno despótico global del NUEVO ORDEN MUNDIAL y su utilización totalitaria del positivismo jurídico (leyes inmorales) para imponer cohercitivamente sus planes y obligarnos a adorar su poder económico, militar, tecnológico y mediático. No es algo nuevo en la Historia esta pretensión malvada, como se puede leer en lo dicho por el Señor al profeta Samuel para que advirtiera al pueblo acerca de lo que significaba tener un rey o "estado" (1 Samuel 8, 6 - 18). Además, cuando quedó absolutamente clara la propuesta diabólica fue en la tentación más fuerte (la tercera de ellas) con la que el diablo tentó a Jesucristo en el desierto: "Te daré todos los reinos si te postras y me adoras..." (Lucas 4, 5). La falacia de la construcción en este mundo de un paraíso terrenal de progreso y bienestar, pero sin el verdadero Dios Revelado... en el que se adora al hombre sin Dios, a la naturaleza caída del hombre por el pecado original, es decir, a la criatura sometida a los demonios, es en última instancia adorar a Satanás. Es dejar de ser libre para ser voluntaria o involuntariamente esclavos del peor tirano. En palabras de Benedicto XVI: "En la lucha contra Satanás ha vencido Jesús: frente a la divinización fraudulenta del poder y del bienestar, frente a la promesa mentirosa de un futuro que, a través del poder y la economía, garantiza todo a todos, Él contrapone la naturaleza divina de Dios, Dios como auténtico bien del hombre. Frente a la invitación a adorar el poder, el Señor dice: Al Señor tu Dios, adorarás y Él solo darás culto"(Jesús de Nazaret, desde el Bautismo a la Transfiguración de Benedicto XVI). Hoy se ha encarnado ese poder liberticida en el Nuevo Orden Mundial, el super estado global del Anticristo (por ser esencialmente anti cristiano), la mayor amenaza contra la libertad, contra Dios y contra el ser verdaderamente humano.

No hay libertad sin verdad. Disfruta los vídeos seleccionados a continuación:

Como indica la carta del Llmamiento para la Iglesia y para el mundo que figura al final de este texto, ningún pretexto (ni el Covid-19, ni la paz, ni la III Guerra Mundial, ni la seguridad, ni la ley positiva, ni el falaz "contrato social", etc, etc.) puede conculcar los derechos inalienables, ni las libertades fundamentales de la persona y de las familias. Es inaceptable en todo caso penalizar a los débiles y a los ancianos, enfermos y lesionados medulares, matándolos mediante sedaciones que no tienen nada de paliativo, como si aplicásemos leyes inicuas nazis que les clasifican como vidas no dignas de ser vividas. También es inaceptable penalizar remedios eficaces y baratos para privilegiar vacunas y curas mucho más caras que beneficien a las farmacéuticas.  Además, para todo católico es inaceptable inocularse con vacunas en cuya producción se haya utilizado material procedente de fetos abortados (profundizar en la pestaña de Vacunas dentro de la Cultura de la muerte). Toda restricción de las libertades elementales, control de la población y vigilancia de sus movimientos es antidemocrático. Conculcar la libertad religiosa, de culto y de predicación, la libertad de movimiento, asociación, reunión y opinión, entre otras medidas más o menos sutiles para instaurar una tiranía tecnológica, nos urge a que nos enfrentemos con valentía contra los poderosos de la tierra que nos lo quieren imponer, porque: "las puertas del infierno no prevalecerán"

(Mateo 16, 18).

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